L'ALTERNATIVA 2024: Entrevista a Isabel Herguera
diciembre 02, 2024Por Claudia Mercadé
Claudia Mercadé: ¿Va primero la técnica de animación que utilizas o la historia que quieres contar?
Isabel Herguera: Lo primero es qué es lo que arrastra el deseo de contar algo y de qué manera lo quieres contar. Entonces ahí es donde entra, más que la técnica, el material. Y dependiendo del material, te hace contar la historia de una manera u otra. Una cosa es contar una historia con unos recortables que se sienten muy diferentes a contarla con tinta. Pero la historia siempre está presente, siempre está ahí. La historia surge de la imagen y la historia surge de la palabra. Una cosa es cuando la historia surge de la imagen, porque la imagen muchas veces para mí puede llegar mucho más lejos de lo que lo hace la palabra. La palabra define demasiado el entorno y se refiere a cosas o a descripciones muy reales. En cambio, la imagen no. La imagen me da mucho más margen para contar cosas de una forma más poética.
CM: ¿Crees que tus emociones se han visto reflejadas en tus dibujos interfiriendo en la historia que quieres contar?
IH: Hay mil maneras de contar historias. Y si puedes incorporarles un elemento personal, una intención, una motivación, una memoria o una experiencia, lo que sea, pero que tenga que ver contigo, añades elementos de credibilidad que después el espectador puede empatizar contigo de una manera más sencilla, porque va directamente al corazón. Y no a una fórmula de cómo tienen que ser escritas las películas. Eso ya está hecho. Y sobre todo, que a mí es que me importa un pito cómo tengan que estar hechas las películas. Yo hago las películas que a mí me da la gana de hacer, lo que tengo en consideración es que estén bien y ser lo más honesta posible.
CM: ¿Utilizas algún programa digital en tus películas?
IH: Ah, todo el rato. Todo el rato. O sea, que yo siempre parto del Animatix*, del papel, de la tinta y demás, pero después es puro Photoshop. Puro Photoshop y puro After. Todo es digital. O sea, no, para nada estoy en contra de todo eso, pero la base, esa especie de suciedad que le falta a los procedimientos digitales es la que incorporo yo con el papel. Lo escaneo y es el papel verdaderamente o la mancha de tinta la que tiene esa imperfección que es la que crea esa atmósfera que a mí me gusta. A mí lo que me gusta es pintar, sentir la tinta, los materiales, el papel, eso es lo que yo disfruto y al final tienes que adaptar aquello que haces a aquello en lo que tú disfrutas. Hacer toda una peli en la tablet, bueno, que puede ser mucho más rápido y eficaz, pero no puedo.
CM: Si hubieses nacido y crecido en Ladyland** piensas que serías una persona distinta?
IH: Sí, por supuesto, no sé quién sería. Pero seguramente sería una persona distinta, claro. Y sin necesidad de ponerlo tan extremo como en Ladyland, porque en Ladyland quedan así con muchas hebras sueltas. Por ejemplo: ¿dónde están los niños? Porque bueno, tampoco es que se ven muchos niños en Ladyland. Pero yo supongo que el crecer en un entorno donde esta presencia o este desarrollar desde muy chiquita una sensación de que hay que estar alerta ante el abuso, de que hay que reaccionar y hay que estar alerta... Eso yo creo que desde muy pequeñitas nos han educado así. O bien porque lo hemos visto, o bien porque lo hemos sentido, o bien porque es parte de nuestra educación. Algunas veces también es como estas contradicciones que tiene la propia Rokeya, ella quería crear un lugar donde las mujeres estuvieran a salvo. Pero como ella era una persona religiosa, hablaba de mantener la honorabilidad de la mujer. Entonces esa especie de contradicción de mujeres a salvo pero lo que queremos es mantener la honorabilidad. Y ese término de honorabilidad, ¿es relativo a qué? ¿Y quién ha impuesto ese término?
CM: Claro... ¿Como fue el proceso de descodificar este mundo para imaginar y dar vida a Ladyland?
IH: He vivido 10 años con este faro, con esta idea del país de las mujeres. Y yo era una persona que siempre he tenido lo que he necesitado, más allá de que fuera mujer. Siempre he tenido las mismas oportunidades, o eso me ha parecido a mí. Pero sí que he sido mucho más consciente, y esto ha sido a través de los años y de trabajar en torno a la peli, de mi condición. Me he dado cuenta de muchas cosas que antes quizás las pasaba desapercibidas y que hoy sí soy mucho más consciente... Por ejemplo, simplemente el hecho de verme a mí misma desde el punto de vista de un hombre, de ser capaz de cambiar y decir, bueno, ¿cómo me vería un hombre en estos momentos? O, si yo fuera un hombre, ¿cómo me vería a mí misma? Entonces, el hacer ese cambio sí que te hace consciente de muchas actitudes que son heredadas de la traición de las madres, de las abuelas, y de que no coinciden o no deben ser... Que debemos cambiar.
CM: Sí, también me pareció muy bien puesta, por así decirlo, la frase que dices en el cortometraje de La mujer ilustrada, que estaba en la selección satélite de la Alternativa: “En realidad todas las mujeres contamos la misma historia.”
IH: Exactamente, al final todas queremos lo mismo, vengamos de la cultura que sea, hablemos en el idioma que sea y siendo nuestras condiciones sociales o culturales las que sean, ¿no? En el fondo todas queremos lo mismo, un lugar seguro donde sentirnos a salvo. El corto de La mujer ilustrada, esa fue una escena de la película de El sueño de la sultana, que al final no encajaba porque se nos alargaba mucho pero verdaderamente es el corazón de todo. Yo comencé El sueño de la sultana haciendo talleres con mujeres artistas del tatuaje temporal del Mehndi en la India para ver cuál era la relevancia del cuento en la actualidad. Y fue a través de ellas que me animé a extender esa experiencia y a hacerla, ese fue el corazón. Pues te acuerdas antes cuando hablábamos más que de técnica, de los materiales, y cómo los materiales nos conectan tanto con gente como con cultura, como que nos remiten a algo... En este caso es exactamente eso. El trabajar con el Mehndi me obligaba a entrar en contacto con una gente con la que normalmente yo quizás no hubiera tenido relación, me interesaba mucho el arte popular y estas mujeres artistas.
CM:¿Cómo fueron recibidas tus películas en la India?
IH: ¡Maravillosamente bien! Ese era nuestro mayor miedo. Bueno, yo llevaba mucho tiempo en la India. He ido interrumpidamente, pero he estado como 10 años en la India. Conocía muy bien el National Institute of Design que es una institución dentro de la India. He trabajado allí muchos años y de alguna manera me sentía cómoda. Me siento como en un lugar muy familiar a pesar de que no hablo el idioma y no soy de allí. Pero ese es un lugar donde me siento muy bien. Y cuando hice la peli siempre conté con mucho apoyo por parte de la India, mis amigos indios y tuve mucha gente que me ayudó en el camino. Pero me acuerdo de que al final la prueba de sangre fue cuando le presentamos el trabajo a Moushumi Bhowmik, que es una grandísima cantante, poeta y académica india especialista en Rokeya Hossain. Ella fue quien compuso también la parte de la banda sonora que es la canción de la vida de Rokeya. Y ella me pedía, quiero ver la peli, y yo estaba aterrada... Decía, ¿qué va a pensar esta mujer? Una occidental, aquí, apropiándose... Y cuando la vio, le encantó. Y aquello fue, buuf... pues verdaderamente tenemos que haber hecho algo bien para que una mujer así nos diga que verdaderamente le había gustado mucho y que le había llegado al corazón.
He estado en un montón de festivales en India, ahora vamos a tener una distribución allí porque a la gente le encanta. Es una India a la que represento a través de mis ojos, pero es una India que está también muy basada en mis propias experiencias y siempre con la palabra honestidad por delante, sin pretender nada. Es una India en la que muchos episodios están vividos en primera persona. Por lo tanto, la credibilidad está en esos pequeños detalles, cuando tú has sido parte de esa historia.
CM: La producción del largometraje El sueño de la sultana duró 10 años. ¿Has tenido momentos de frustración?
IH: Totalmente, continuamente y desde el día uno. Primero porque es una película que era mi primer largometraje. La financiación no era fácil en aquel momento. Imagínate, estamos hablando de 2015-2016. No podías decir feminismos porque entonces estaba mal visto. Han pasado unos años y ahora bien, pero en aquel momento era una palabra que tenía ciertas connotaciones negativas. Ha sido largo y tenías que vivir de otras cosas. Yo vivo de dar clases. Por lo tanto, iba como a golpes. Conseguías esta financiación, desarrollabas esta parte, volvías a conseguir otra financiación, desarrollabas lo siguiente... Ya en 2019-2020 fue cuando me tomé un año de sabático para poder centrarme en la peli. Los procesos de animación duran mucho. En término medio son tres años de producción para un corto. Y para un largo nosotros tardamos tres años en producción pero en desarrollo y todo fueron 10, y eso es relativamente normal.
CM: ¿Cómo es materializar la obra cinematográfica que tenías en mente?
IH: Muy emocionante. Bueno, de alguna manera es muy emocionante pero también es una liberación. Bueno, ya está, ahora ya no pienso más en ello. Pero hasta que no tienes la peli hecha es como un peso que tienes y quieres librarte de él. Cuando la peli ya está hecha y está ahí en la pantalla, dices bueno pues ya está, misión cumplida, chao y ahora me voy a otra cosa. Te despegas de aquello y lo ves como un ente independiente a ti y que hace su vida.
CM: ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Tienes más proyectos?
IH: Bueno, ahora ando con un montón de presión porque la peli necesita acompañar. Entonces estoy aquí, he pasado un año viajando un montón. Al mismo tiempo doy clases en Alemania y estoy intentando poner en marcha algunas cositas y tengo encargadas y demás. Antes, cuando estaba con la peli, pensaba, buf, qué ganas tengo de que acabe. Y de alguna manera trabajar en la peli me hizo crearme una especie de escudo protector donde no dejaba que ninguna otra cosa pudiera entorpecer el proceso. Ahora que se me ha caído esta protección, porque la peli se ha acabado, noto como un tsunami de cosas que llegan y me noto un poco desbordada a veces. Sin saber cómo organizarme, sin saber cómo volver a crear esa especie de escudo donde pueda tranquilamente trabajar.
Aquí dejo un último agradecimiento a Isabel Herguera por su generosidad a la hora de compartir sus experiencias en el mundo cine, que son de gran ayuda y apoyo a los que estamos empezando.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ *Animatix: Programa digital para animación.
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