Exposición: Entre lo visible y lo que no se quiere olvidar

enero 16, 2025


El sábado pasado inauguraron una exposición cinco alumnas del Máster en Creación Fotográfica y Nuevos Formatos Audiovisuales. Sí, ese máster existe, y se dedican a explorar el medio fotográfico con la libertad y diversidad que merece. Cuando llegamos a la sala llena de Lab 36, la pregunta más lógica que surgió entre nosotros fue cómo no las conocimos antes. Aprovechamos la oportunidad para ponernos al día con un rincón experimental de la Escac. 


Titulada Entre lo visible y lo que no se quiere olvidar, la muestra exhibe fotografías diversas que van desde la intimidad de las neveras hasta la estética de un rollo analógico bañado en cerveza. Aunque la presencia más evidente quizás sean las imágenes que exploran el cuerpo humano. Quienes exponen son Ariana Monzón, Elvira Ruiz, Roos Chen, Londy Ramazzini y Sabrina Ávila Martin. Se pueden visitar sus trabajos con entrada gratuita hasta hoy jueves 19 de enero. Aquí dejamos un breve resumen de los trabajos exhibidos. 




La belleza de lo intangible usa la foto analógica jugando con su especificidad: una superficie material hecha con químicos. Interviene en sus rollos con alteraciones en busca de una estética que entrelaza lo visible (paisajes, cuerpos y objetos) con sustancias que contaminan, confunden y sugieren otras presencias. Desde un medio característicamente táctil, las fotos de Ariana llevan lo visible a un espacio abstracto e intangible. 


Elvira tiene la intuición de que las neveras pueden capturar identidades. Neveras es un trabajo continuo de fotografiar las neveras de diferentes casas por las que Elvira pasa. A medida que ese archivo crece, afirma que los espacios y hábitos domésticos son extensiones de las personas: nuestros objetos, alimentos y costumbres materializan nuestros secretos. En sus distintos órdenes y desórdenes, estas neveras son un hallazgo de un rincón sorprendentemente íntimo.  


Desnudémonos para ser pone en escena cuerpos desnudos en una serie fotográfica y utiliza película analógica para dotarlos de movimiento. Acompañados por una música de dron, esos cuerpos se entrelazan en una suerte de baile ritualístico mientras la cámara y el montaje arrastran la imagen dejando atrás lo figurativo. 


En El gesto de la memoria, Londy cuenta que regresó a su tierra natal en Guatemala para fotografiar los espacios de su infancia, pero ese espacio ya era otro. A partir de diversas fotografías intenta reconstruir ese universo emocional. Una fotografía de un cuerpo humano casi esfumado capta una imagen que remite a esa forma volátil en que se mueven las representaciones de la memoria. 


Sabrina tiene unas fotos compuestas meticulosamente en Espero danzar mañana. En una de ellas, una pequeñísima forma humana hace un insignificante gesto de baile en medio de un campo abierto. En el otro extremo del cuadro, una rama hace un gesto más extremo de despuntar sus ramas hacia todas las direcciones. Es una fotografía inmensa de la pequeñez, o exactamente lo contrario. 


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