Deuses de pedra (2025), de Iván Castiñeiras
mayo 19, 2025Por Claudia Mercadé López
“Las imágenes no son simples reflejos del mundo: son fragmentos de tiempo, de deseo, de dolor. Son huellas de lo que ya no está, pero que insiste en permanecer.”
— Georges Didi-Huberman, Imágenes pese a todo: Memoria visual del holocausto
El primer largometraje documental de Iván Castiñeiras, Deuses de pedra (2025), vuelve a España después de su paso por festivales internacionales y se alza con el premio en la competición gallega del festival internacional Playdoc 2025. Entre lo etnográfico y lo narrativo, el documental retrata un territorio rural entre España y Portugal que se va vaciando. La obra parte desde el retrato de la familia Freitas Tavares; la voz en off de la madre nos acompaña dándonos una breve explicación de la historia del territorio y por quién ha sido ocupado a lo largo de los años.
En un primer lugar, la vida agrícola y las costumbres de un pueblo a las afueras de la ciudad toman la obra. La puesta en escena de esta primera mitad evidencia la presencia del director, no solo por las interacciones verbales que intercambian personajes y director, o por la puesta en escena minimalista y contemplativa en espacios naturales que recuerdan a El cant dels ocells (Albert Serra, 2018), sino porque el director como artista dibuja las imágenes.
También los planos de las herramientas agrícolas dejan entender su previa colocación intencionada en plano, una mise en place de bodegón barroco. Una imagen poética que funciona tanto como huella histórica de profesiones olvidadas por la industrialización como un recordatorio de la supervivencia humana y la fugacidad del tiempo. De la misma manera, los medios planos de las mujeres vestidas con pañoletas y mantillas que aluden a la vestimenta tradicional portuguesa, colocadas en el plano como un retrato pictórico viviente, citan a tantas otras mujeres que les precedieron.
En la segunda mitad, el director se vuelve silencioso. Los planos dejan de construir y en su lugar persiguen las trabas en la vida del pequeño pueblo a través de la familia Tavares. La película sigue a Mariana Freitas Tavares, una niña que vemos crecer durante los 15 años que duró la filmación, dejando así que un relato más narrativo fluya. Un álbum familiar con momentos íntimos y banales, con los que muchas comunidades en despoblación pueden verse reflejadas.
El montaje tiene como punto de encuentro la escuela. Al principio vemos cómo los niños aprenden en sus aulas, cómo Mariana crece en ese espacio y finalmente vemos su cierre por falta de alumnos en un plano fijo desde su exterior. La versatilidad del registro documental de la obra y su orden de montaje, que los recopila en bloques, crea una sensación de sucesión rizomática en la narración de la historia de un territorio.
Ivan Castiñeiras embalsama y homenajea, desde la belleza en 16 mm, la historia de esta localidad portuguesa ocupándola desde distintas perspectivas documentales.
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