DOMINGOS de Juan Soto
octubre 04, 2025En un minutaje autobiográficamente abstracto, DOMINGOS hace
una reconstrucción de la trayectoria de la luz que ha atravesado a Juan durante
su vida. En la película entendemos el son al que bailan sus ojos al leer, el
tembleque de su mano al filmar y su voz impresa que le ha acompañado en algunas
de sus otras películas.
La película anestesiada por una estructura dominguera
remueve paisajes de la memoria archivados durante años y años entre el disco
duro. Así, esta biografía-ensayo sale a flote en el mar de la intimidad a
partir de la reconstrucción de una serie de domingos ficticios que pronto se
revuelcan sobre sí mismos hasta despertar la película de su propia confusión.
Sin ganas de convertirse nunca en un lunes ordenado y
aburrido, el film se condensa en una especie de trance afectivo. De la danza
ocular, sus recuerdos familiares y una paciencia absoluta; el montaje de la
película se plantea como una guía para tantas cámaras obsoletas y archivos
nunca usados.
¿Si está en mi disco duro permanece en mi memoria? Me
pregunta Juan tras la proyección. Solo el ejercicio de la curaduría hace
posible que exista una noción de archivo, por poca, escueta, o mediocre que sea,
si no se cura solo se acumula. Tantos iCloud llenos y nubes repletas de bytes
no son realmente archivos personales, son basureros, concluía Juan en la
conversación. DOMINGOS podría ser entonces una película hecha de retazos
condenados al olvido, que, al mezclarse en la línea de montaje, se resignifican
a través la pantalla. El cine abre esa posibilidad a tanta basura digital que
acumulamos a diario, pues cada imagen siempre podrá ser revista como quien
vuelve a casa de mamá y reaprende a tender la cama.
Todas aquellas imágenes atrapadas entre el mugre sobre el
lente, sus ojos bailarines y la pobreza melancólica de sus imágenes, construyen
un espacio de letanía sobre la simpleza del espacio cotidiano. Esa complejidad
espacial en la mirada de Juan, más allá del temblor sotisimo, se
organiza también sobre la ternura de su soporte: la imagen como material blando
nos hace testigos del cariño que se gesta entre los recuerdos y la pantalla.
Al terminar de ver la película, con los ojos casi
encharcados, entendí porqué permanecí en ese casi durante toda la
película: sobre sus soportes, la película construye por debajo una especie de suspensión
afectiva sobre el tiempo, la memoria y la familia. Pues la materialidad fílmica
que (de)construye DOMINGOS, reverbera una y otra vez la evolución
tecnológica.
En principio es su padre quien testifica la felicidad al
estrenar la cámara familiar de video 8. Después, Juan con 20 años empieza una
serie de video diarios sobre sí mismo (una serie increíblemente finita de
video-desahogos que inicia y muere en su unidad) filmado con una de las
primeras cámaras que grababan video digital. Pocos píxeles, pocos colores.
Después de aquella ruptura (material) en el corazón de Juan, el video digital
siguió mejorando sus capacidades técnicas hasta caber en el bolsillo de cualquier
cineasta en San Antonio. Estudiando en Cuba conoce a Matilda, una fotógrafa
admirada por los ojos de Juan y su lente. Y tarde-o-temprano, llegaríamos hasta
la alta resolución del presente.
Una vez estos soportes digitales evolucionan hasta hoy,
estocásticamente las imágenes vuelven hacia atrás, saltando inquietamente entre
tiempos, espacios y materiales que podemos reconocer por la pobreza de su
resolución. Como una mirada danzante sobre un fotón de luz incapturable. Así,
en este juego material, Juan logra tensar un deseo nostálgico sobre los
recuerdos, hasta suspenderlo más acá de la propia noción de tiempo lineal. Pues
aquellas cámaras que inauguraron la imagen digital solo serán antigüedades una
vez pierdan por completo su capacidad de representación.
Asimismo, su vuelta al fílmico, material primigenio de la
fotografía, nos recuerda cómo la vejez del mundo se des-sostiene sobre el
sentimiento oceánico: es en el dialogo entre las fotografías de Matilda, sus
sueños confusos en la arena y sus tenis verdes, donde se termina de condensar
la ternura radical con la que Juan observa/baila en el horizonte del mundo.
Gaspar.
La película tendrá su estreno en el marco del BIFF 2025 en
Bogotá. No se confíe y revise bien el programa, no crea que se proyectará el
domingo. Los domingos son para filmar.
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