De ESCAC a La Cinef

octubre 04, 2024

Por Nicolás Gibbs
 

Hablamos con Anna Llargués sobre su experiencia con su corto Trenc d´alba (2023) en la 76° Edición del Festival de Cine de Cannes. Cómo fue estar ahí, cómo fue volver. Cómo gustar y enfadar a Kate Winslet en poco tiempo. Cómo pensar el oficio de hacer cine y los lugares comunes de la industria. Un aviso preliminar: a raíz de algunos cortocircuitos tecnológicos no hubo grabación y la conversación fue traducida a otro formato. Para Anna eso puede ser mejor. Para mí también. 


Casas, niños y tesoros


Anna filmó Trenc d´alba y lo estrenó hace año y medio en La Cinef. Es la sección en Cannes dedicada específicamente a cortos y mediometrajes de ficción o animación realizados por estudiantes en escuelas de cine de todo el mundo. Ahora se prepara para un próximo proyecto de largometraje. Le pregunto si su curiosidad sigue estando en las experiencias de niños. Ella dice niños y casas riendo como si descubriera constantemente que esa es su obsesión. La sensibilidad en Trenc d´alba promete que esa curiosidad tiene buen destino. 



Trenc d´alba narra el proceso de dejar atrás una masía antigua que ya no puede sostenerse. Sus paredes están agrietadas, los techos agujereados y las ventanas lloran humedad. Elián (Gerard Ribera) e Irene (Vinyet Rodríguez) se sostienen entre ellos en esa transición hacia un futuro imprevisible mientras su madre (Irene Bogunyà) hace lo posible para guiar el cambio. El arma fundamental contra el inevitable paso del tiempo la encuentran los niños en la casa: una cámara de Super 8 que usaba su abuelo para filmar todos los lugares que había visitado y así poder revivirlos cada vez que viera las películas. Cuando tienen que dejar la masía, ellos ensayan el mismo gesto: la cámara registra en la memoria del celuloide el momento en que su casa deja de serlo. 


Anna habla de los lugares como si hubiera que abrir bien los ojos para reconocerlos. Cuenta que su abuelo había enterrado un tesoro en una casa antigua de su familia. Lo buscaron por todas partes, mapa incluido, pero no hubo caso. La casa se transforma, se va adaptando a los cambios generacionales y económicos que traen los años. Pero por debajo de todo cambio permanece oculto ese tesoro. Nombró algunas palabras de su próximo proyecto: niños y espacios turísticos. Abrir bien los ojos puede ser muy diferente a una mirada turística. Como si todo fuese al final un tema de actitud, para Anna la clave parece estar en buscar el tesoro de los lugares por los que caminamos. Como las filmaciones del abuelo que capturaba espacios para revivirlos incontables veces, las películas de Anna prometen una experiencia sensible de los lugares y afectos que habitamos. 



No prepararse para ir a Cannes


Anna filmó Trenc d´alba sin tener mucho conocimiento sobre festivales e industria. Dice que eso puede ser positivo: existe una libertad en filmar sin saber. Su corto de casi treinta minutos ignoraba el hecho de que la duración también es un factor clave para participar en algunos festivales. Confiesa que tampoco había hecho un proceso de investigar por su cuenta las distintas programaciones. Solo sabía que Cannes es un festival importante. Cuando leyó la lista de los festivales a los que podía mandar su corto preguntó entre algunas risas dónde estaba el festival de Cannes. 


¿Cómo se entiende a la industria y el circuito de los festivales desde una escuela de cine? Anna cuenta que en las clases le fueron comentando sobre festivales a partir de películas ganadoras en distintos tipos de programación. Casi siempre con ejemplos de largometrajes. Hablamos de la apreciación de los cortos. Como en toda profesión, en el oficio del cine existen caminos para crecer en la industria. El corto, en ese camino, puede ser una herramienta para entrar a un festival, ganar nombre y finalmente conseguir financiar la ansiada ópera prima. En esa concepción, un corto no es otra cosa que un medio. Para Anna el corto es un formato que vale por sí solo. A veces eso se pierde en la marea de ciertas reglas de juego. 


Yo soy así, dice sonriendo, algo despistada. Trenc d´alba probó suerte en Cannes y finalmente fue seleccionada en La Cinef, sección ordenada por el ojo de Dimitra Karya, donde tuvo su estreno mundial. 



La Cinef


Le pregunto sin saber si efectivamente ella viajó a Cannes. A Cannes no se puede no ir si uno es seleccionado, dice. Anna viajó con poco inglés y buena compañía. Se encontró con una selección de trabajos estimulantes realizados por directores estudiantes. Destacó entre otros a Electra de Daria Kashcheeva. No vio una relación directa entre los cortos que fueron seleccionados. Encontró más bien una diversidad de búsquedas autorales y dice que el suyo bien podría haber sido excluido de ahí. El criterio que los juntaba en Cannes a caminar por la alfombra roja con Scarlett Johansson y comer cerca de Jane Fonda era la sensibilidad de la responsable de la selección, Dimitra Karya. Confiesa que se encontró con una persona admirable y me cuenta con timidez que Dimitra la sostuvo un momento para decirle que su corto había sido el corazón de La Cinef. 


Al parecer Kate Winslet señaló a Anna con el dedo mientras presentaba el premio de L´Oreal. Dijo algo en inglés que Anna entendió a medias. Gerard, uno de los actores protagonistas, le tuvo que traducir: Winslet quería conocerla porque le gustó lo que había hecho en Trenc d´alba. Winslet la esperó, pero entre comidas y copas el momento perfecto nunca llegó. Por despiste se hizo tarde y perdió la oportunidad. En cambio, Jane Fonda pasó entre ellos con una sonrisa de felicidad por haberla conocido. 


Lo más hermoso del cine es posiblemente su dimensión comunitaria y un festival resguarda esa experiencia en un mundo de computadoras individuales. Anna cuenta que la proyección de Trenc d´alba fue un momento muy bonito. Por un público que la recibió con afecto pero sobre todo porque sus actores y familia se vieron entre lágrimas y abrazos en la gran pantalla. 



La vuelta de Cannes


Muchas veces somos seres en busca de trabajo y dinero. Anna dice que pensaba que ahora sí, que ahora con el movimiento del corto va a llegar el trabajo y el circuito que uno desea. Pero todo eso puede estar decorado con ilusiones. Uno vive en una invisibilidad paradójica: muchos quieren hablar de su corto pero algunas veces hay quienes ni siquiera lo han visto. Además, si bien competir en La Cinef causa un gran movimiento, no significa necesariamente dinero. Anna habla de la sorpresa de hacer circular su corto por decenas de festivales y recibir premios pero casi nunca remunerados. Cuenta que recibió dinero únicamente en el festival de cortometrajes Luces Cameros Acción en Logroño. 


Eso sí, a la vuelta de Cannes encontró muchas posibilidades para realizar su próximo largometraje en el que ya está trabajando. Pero dice tener mucho cuidado, como si la experiencia en La Cinef fuera un encuentro hermoso con muchas personas pero también un vistazo de ciertas presiones. Dice que quizás el gran cambio fue haber perdido su inocencia. Tuvo que mirar bien quién buscaba hacer la película por la película en sí y quién buscaba en ella otro destino. 


La hermana le dice que proteja a sus criaturas de las influencias, de las posibles presiones industriales. Por suerte, quizás, Anna eligió para su próximo largometraje una productora pequeña que posiblemente acompañe a sus pequeñas criaturas en el universo que ya empieza a construir. Ahora Anna entiende por qué Cannes es tan codiciado, pero también entiende que uno tiene que cuidar a sus personajes y sus historias de esas presiones. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Se pregunta sonriendo mientras me muestra dos imágenes de su próximo tesoro: dos niñas unidas por un hilo rojo. Por mi parte, ya tengo ganas de saberlo. 




*Otros dos cortometrajes que viajaron de Escac a La Cinef: Victor XX (2015) de Ian de la Rosa y La caída del Vencejo (2020) de Gonzalo Quincoces


You Might Also Like

0 comments

Dejar un comentario

Contáctanos

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *