Aplicando la absurda complejidad del teatro de Samuel Beckett, Declan Clarke hace una película biográfica del dramaturgo a partir de las ausencias que él llenaba entre las ciudades por las que deambulaba. Una colaboración artística en Berlín lleva al Becket de 68 años (cuando su obra aún no había sido recibida popularmente) a trabajar de la mano con el joven de 32 años Walter Asmus, un director de escena a principios de su carrera teatral. En este primer encuentro nace una relación íntima y profesional que a lo largo de los años se estrecha hasta ser cómplices de cotidianidad.

La película se agarra de la sobriedad para esclarecer el proceso en el que Becket convive con su obra, adentrándonos en las reglas con las que asume su dia a dia: 1) dormir siempre en el mismo hospedaje, 2) paseos largos por los parques de la ciudad y 3) un único restaurante cutre para cenar todo el tiempo que dure su estancia en esa ciudad. Esta operación mecánica con la que interpreta su vida revela la naturaleza de sus obras de teatro, un trabajo exquisito por la absurda precisión del disparate. A partir de la ausencia, Clarke reconstruye estos eternos paseos en los que Beckett deambulaba a diario. Unos largos planos estáticos rodados en 16 mm se pasean por Berlín y París como miradas fijas sobre un pasado que ahora ya no es. Imágenes que juegan a reconstruir los espacios a partir de la ruina del presente: el restaurante Jirafa cerrado sin cocineros, ni ollas o comensales revelan el incontrolable paso del tiempo que, al revisitar con el propio Asmus el apartamento donde vivió en Berlín hace décadas, vuelve a hacer materia el tiempo en una sola imagen. La arquitectura de un hogar completamente vaciada.

Desde una aproximación formalista, Clark trae a primer plano las cartas y paisajes como evidencia afectiva del tiempo. El texto sobre la pantalla completa la narración de los acontecimientos como hechos de una realidad a la que no alcanzamos a asistir, pero que permanece sobre la huella del hoy. Estas evidencias son el nacimiento de una profunda relación creativa que brilla, hoy, en su ausencia. Como Godot.