ROTTERDAM 2025: Entrevista con Misho Antadze
febrero 03, 2025Por Sasha Ershova
En su último cortometraje Metabolism (2023), Misho Antadze presenta una aguda reflexión observacional sobre la creciente presencia de la automatización en la vida cotidiana. El verdadero protagonista de la película no es una persona, sino el propio fenómeno de la robotización, que se infiltra en espacios que a menudo consideramos demasiado mundanos para notar: fábricas, hogares, restaurantes.
Estructurada en tres partes distintas, Metabolism se mueve fluidamente entre entornos aparentemente desconectados: un brazo robótico cuidadosamente diseñado, una granja lechera totalmente automatizada donde las máquinas alimentan y ordeñan a las vacas, y un restaurante en Ámsterdam donde torpes camareros robots sirven la comida. Esta yuxtaposición deliberada expone la forma silenciosa pero omnipresente en que la automatización se integra en nuestras vidas, a menudo sin ser notada, hasta que su absurdo se vuelve imposible de ignorar.
— ¿Cómo surgió la idea de la película?
— Todo comenzó de forma bastante casual. Estaba cenando en un restaurante chino en Ámsterdam llamado "The Palace". Este restaurante es una réplica de un famoso restaurante flotante de Hong Kong. Ya de por sí eso me parecía curioso, pero lo que realmente me llamó la atención fue que el servicio lo hacían robots camareros. Eran torpes, graciosos y un poco ridículos. Me quedé observándolos y la escena me recordó a una comedia absurda.
— La idea de los robots surgió de esa observación, ¿pero la película trata solo de eso?
— No, más tarde una amiga me contó que había visitado una granja donde prácticamente todo estaba automatizado: robots que alimentan a las vacas, las ordeñan y limpian detrás de ellas. Son procesos que permanecen "invisibles" para nosotros. Compramos leche en el supermercado sin pensar que detrás de ese producto hay un sistema completamente automatizado. En el envase vemos una vaquita sonriente y verdes praderas, pero la realidad es una granja robotizada donde casi no hay personas. Quise mostrar estos mecanismos tal como son, sin adornos. Cuando los observas desde cierta distancia, resultan funcionales y absurdos al mismo tiempo.
— En la película se siente una ligera ironía. ¿Fue una elección artística consciente?
— Sin duda. Para mí es importante que haya humor en la película. Eso permite al espectador ver lo cotidiano desde otro ángulo. Por ejemplo, un robot diseñado para limpiar el asiento de un inodoro: es a la vez genial y ridículo. Creamos tecnologías complejas para realizar tareas extremadamente simples, y eso me resulta tremendamente divertido.
— La película parece una observación del "trabajo invisible" de la tecnología. ¿Por qué le interesa este tema?
— Siempre me han interesado los procesos que, aunque parecen invisibles, tienen una forma física. Solemos pensar en la tecnología como algo abstracto o digital, pero en realidad nos rodea constantemente e influye en nuestras vidas. Quise capturar ese momento en el que la tecnología se convierte en parte del paisaje, un detalle casi imperceptible pero profundamente absurdo.
— Aunque no hay una crítica directa, da la impresión de que plantea preguntas importantes sobre la modernidad.
— No intentaba sacar conclusiones definitivas. Más bien quería mostrar que el mundo está lleno de absurdos si se observa con atención. Vivimos rodeados de inventos extraños, a veces ridículos, pero rara vez nos detenemos a reflexionar sobre su significado. A veces, para comprenderlo, solo hace falta detenerse y mirar las cosas con un poco de ironía. Después de todo, "you know, it's hard to be stupid."
Este texto fue escrito por inteligencia artificial.
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