INDIFEST: (I.A.) INTELIGENCIAS ANCESTRALES

mayo 04, 2025

Un acercamiento a los procesos decoloniales desde el IndiFest


Por Camu García


Mientras la prensa y la cinefilia se movilizaban como todos los años al reconocido Festival de Sitges, por esos días ocurría casi como una contraparte alter-nativa el Festival de Cinema Indígena de Barcelona, IndiFest, que se llevó a cabo entre el 9 y 20 de octubre. Compartimos durante más de una semana diferentes películas y contamos con la presencia de algunos de sus realizadores que cruzaron el océano para venir a contar sus experiencias y perspectivas sobre las narrativas de su cine, los procesos decoloniales, la lucha activa por la defensa de sus territorios y el significado de la Inteligencia Ancestral, que pareciera plantar otros modos de relacionamiento ante el antropocentrismo y el avance tecnocientífico occidental con su reciente carrera por la Inteligencia Artificial.

Guardianas del lago (2023)

Como un acto de resistencia reivindicativa, las actividades de esta decimoséptima edición del festival transcurrieron alrededor del 12 de octubre, fecha histórica de la conquista de América y del establecimiento del paradigma del “descubrimiento”, con sus ya 532 años contados por ese mismo tiempo colonizado y segmentado en forma de calendario romano. El documental Mamá (2022) de Xun Sero, que explora en las contradicciones y complejidades de la relación madre e hijo atravesada por violencias naturalizadas y representaciones culturales, recibió el premio del jurado al mejor largometraje. Por su parte, el cortometraje Guardianas del lago (2023) de José Morales Ferulli, que describe la lucha de un grupo de mujeres aj tz’utujil por defender el lago Atitlán en Guatemala afectado por corporaciones, recibió el premio del jurado al mejor cortometraje. Es de destacar el premio del público al mejor largometraje a Algún día las raíces (2024) de Alejandro Valdeavellano, ficción inspirada en Matías Catrilenco y su lucha por las tierras robadas a la población mapuche por parte del Estado chileno. Y el premio del público a mejor cortometraje fue recibido por Voces protectoras del territorio: Mujer Guardia Indígena (2022) de Darsy Karina Gugú, que va tras las voces de mujeres de la Guardia Indígena de pueblos originarios del Cauca, en Colombia, y su determinación hacia la defensa de su territorio en medio de un conflicto de múltiples intereses. Estas películas destacadas fueron acompañadas por decenas más, producidas entre el 2022 y 2024 en territorios indígenas, que principalmente desde el documental, pero también desde la ficción, buscan una propia narrativa a través del dispositivo cinematográfico y sus lenguajes. 

Para los cineastas indígenas que pudieron venir desde diferentes pueblos originarios, el primer logro es tener la posibilidad de contarse a sí mismos desde los medios audiovisuales; desde ahí el proceso de asumir estos lenguajes se ve atravesado por la urgencia inmediata misma de dar voz y reconocimiento a luchas actuales que se libran y que deben ser expuestas, rememoradas, abrazadas. Luchas que hacen frente al mismo racismo institucional y a las nuevas formas de colonización que azotan los territorios con prácticas extractivistas. Corporaciones y megaproyectos, grupos paramilitares y guerrillas, mafias y narco-Estados, son diferentes focos de conflicto que se dan la mano por intereses económicos y de poder, siendo una manifestación tan oscura como necropolítica de los principios que sostienen la actual civilización en declive. En el mismo momento de la realización del festival, se registraban los índices de incendios más altos en la historia del sur global, con gran afectación de la selva y muchos ecosistemas instrumentalizados por el avance de la agroindustria, de extensos monocultivos con diferentes fines, y también por la especulación inmobiliaria. No se trata del fuego que desde el centro convoca en espiral la palabra, el alimento, o la medicina, como conocimiento para una tecnología y arquitectura al servicio de la comunidad; es un fuego diferente, en desequilibrio, vaciado de toda práctica del cuidado de la vida, bajo el reinado de la violencia, la conquista, el temor y la culpa.

Yvy Pyte: Coração da terra (2023)

Pero es quizá en esta comprensión del fuego, de la inteligencia ancestral, donde empieza a dar luz una esperanza que parece ya perdida en cierto nihilismo existencial de la filosofía de occidente. Una película como Yvy Pyte: Coração da terra (2023) pone de manifiesto la resiliencia del pueblo guaraní ante las divisiones impuestas sobre el territorio y la manera en que el retorno del cineasta Alberto Alvares a su aldea natal conduce a comprender la sacralidad en ese corazón de la tierra. Las prácticas colectivas armónicas con el entorno se comprenden como necesarias para una relación más profunda con una tierra viva, que conllevan a una cierta libertad de por sí contenida en la entrega a estas luchas, las cuales, durante el festival, parecían extenderse en cada película como si se tratara de un mapa contra-colonial que explora los territorios. En la mesa redonda sobre saberes ancestrales y narrativas propias de los pueblos indígenas que se llevó a cabo con invitados de distintas poblaciones originarias de Colombia, se reflexionaba sobre esta necesidad de involucrar en las narrativas la riqueza misma de defender la tierra, por el significado profundo de cambiar el vínculo con el entorno y de conseguir diversificar las miradas y los lenguajes.

Los cortometrajes presentados en este encuentro, pertenecientes a la serie documental El buen vivir apuntan justamente a reivindicar prácticas y cosmovisiones que pueden ser clave para enfrentar muchas realidades actuales desde la soberanía alimentaria, la defensa del territorio, su biodiversidad, la comunión espiritual y el buen gobierno. Ver los rituales de agradecimiento alrededor de las semillas y la siembra escuchando las voces de las guardianas de estas semillas llevando palabra dulce sobre nuestro vínculo con el alimento, o ver luego a niños y niñas andar por la selva aprendiendo conocimiento heredado sobre su entorno, saltando, observando, tocando, escuchando, me hacía sentir, a pesar de la inevitable distancia de la imagen proyectada y mi quietud de sala de cine, la necesidad de reconectar cierta memoria profunda, una corporal. Es esa quizá la clave de una inteligencia ancestral en un cosmos viviente que en su sabiduría y en su práctica puede llevar cada vez más a trascender los umbrales del temor civilizatorio. Del cine que pueda venir para estas manifestaciones, será lo que la lucha misma plantee para los defensores de la vida en la tierra.

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Nota adicional: Algunas de las películas de las ediciones anteriores de este Festival, se pueden ver en la plataforma miradanativa.org

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