FUGA: Fiume o morte!, de Igor Bezinović
octubre 29, 2025Por Nicolás Gibbs
Breves palabras sobre la película ganadora en el Festival de Rotterdam con motivo de su estreno en Barcelona. Fiume o morte! se presentará este jueves 30 en el ciclo FUGA de Casa Montjuic.
En la ciudad croata de Rijeka hay algunos habitantes que hablan un dialecto procedente del italiano. Se lo conoce como fiumano y, lejos de ser un mero dato curioso, es el resabio de una historia insólita que tuvo lugar cuando concluyó la Primera Guerra Mundial. Esa historia tiene que ver con algunas mínimas evidencias que pueden verse en la ciudad: restos de un mural en una pared ordinaria, inscripciones borrosas en una fachada (“Morto si, vivo no”) o un retrato al óleo de un hombre calvo. La película comienza entonces a modo de encuesta callejera: ¿sabes quién fue Gabriele D´Annunzio? Un desconocido, un poeta, un amante o un fascista: la ambigüedad o el completo desconocimiento de ese hombre parece suficiente para indagar más.
Cocainómano, protofascista, militar y poeta italiano, Gabriele D´Annunzio lideró miles de soldados en 1919 y 1920 para autoproclamar un estado en Fiume (hoy Rijeka) con su propia constitución exótica. Una isla utópica sostenida por la represión a cualquier disidencia, Fiume se convirtió en el escenario de sucesos insólitos. La película propone recuperar y rememorar ese episodio extraordinario. Pero Fiume o morte! no se limita a narrar los hechos. La encuesta callejera se convierte en un casting y algunos de los encuestados al comienzo del film son contratados para participar en la recreación y la puesta en escena de la historia.
Tres elementos se repiten y constituyen el método del director croata: la narración del relato en voz en off, el uso de imágenes de archivo y la puesta en escena de esas imágenes con intérpretes no profesionales. Siete hombres calvos se visten de militar y salen a interpretar al dictador D´Annunzio por las calles de la actual Rijeka. Por ejemplo, uno de ellos entona el discurso del dictador desde el balcón del Palacio, una recreación histórica, pero la cámara hace un zoom out para revelar una calle vacía y ruidosa por la que pasan coches modernos y desinteresados. Ese contraste típico de la comedia, el de situar una cosa donde es extraña, puede abrirle una puerta al documental para confrontar el pasado con el presente. Pero sobre todo pareciera que ese recurso ayuda al cometido del film por concentrar su mirada en lo ridículo del proyecto utópico de D´Annunzio.
Es uno de los elementos más cautivantes de la película, acercarse a la locura de un episodio protofascista a través de la recreación cómica y por momentos la burla. Por otro lado, podría alguien preguntarse si esa representación cómica de la historia no oculta por defecto una comprensión política de los hechos y es una vez más un hombre exótico el que impulsa los acontecimientos. O si la puesta en escena anacrónica que dispara la risa no oculta una suposición de que la locura como política es únicamente cosa del pasado. Como se dice en la película, aún hoy se levantan monumentos a la figura de D´Annunzio.


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