Toxic (2024), el primer largometraje de la directora lituana Saulė Bliuvaitė, ganó el Leopardo de Oro en Locarno y se presenta ahora en el programa Radar del festival D'A. Es una película sobre crecer, sobre construir una amistad entre chicas, sobre intentar salir no hacia un futuro brillante sino simplemente lejos de lo que te asfixia desde la infancia.
El título original — Akiplėša — en lituano significa algo como “descarada” o “atrevida”. En inglés, Toxic suena más literal pero también tiene sentido: aquí lo tóxico no son las chicas sino el contexto. Una ciudad pequeña donde todo parece podrido, donde los vínculos son agresivos, donde ser diferente es casi una amenaza.
Desde las primeras escenas, la película se apoya en un lenguaje visual muy reconocible: ruinas, polvo, estructuras medio rotas. Una estética postsocialista teñida de nostalgia Tumblr y sensibilidad sadcore, ese amor suave por lo sucio, lo estancado, lo quebrado. Todo lo que rodea a las protagonistas parece un pantano que las retiene.
Marija (Vesta Matulytė) y Kristina (Ieva Rupeikaitė) tienen trece años y lo intentan todo. Intentan ser modelos. Intentan beber. Intentan ser amigas. Intentan ser honestas y no perderse. No siempre les sale bien. Pero lo importante es que lo siguen intentando. Porque de eso se trata la película: de esos intentos que forman el camino de crecer.
Bliuvaitė cuenta que todo esto viene de su propia adolescencia:
“Experimenté la industria del modelaje desde la periferia, con instituciones y agentes turbios... estaba fuera de la industria de la moda. Era muy delgada, pero todos me decían que tenía que inscribirme en una escuela de modelaje o entrar a una agencia. Mis amigas y yo íbamos a castings en centros comerciales, hacíamos fila durante horas, nos tomaban fotos y esperábamos una llamada. Me decían que tenía que adelgazar más, aunque ya era muy delgada. Era un entorno muy turbio.”
La cámara, a cargo de Vytautas Plukas, merece una mención aparte. Casi siempre está situada un poco por encima de los personajes, como si flotara. Desde las primeras escenas —como la del vestuario, donde la cámara observa desde arriba de los casilleros— ya se marca ese punto de vista exterior. No es solo un recurso visual: es una forma de decir que alguien siempre está mirando. Evaluando. Registrando. Como una mirada del sistema o de la industria.
Pero también puede leerse como la mirada de la propia Marija. Ella también observa desde fuera como si ya entendiera que tiene que escapar. La cámara y ella están “arriba” pero desde lugares distintos. La cámara es fría, distante. Marija mira con incertidumbre, con emoción, desde el cuerpo. Son dos formas de ver: una externa, vigilante; la otra interna, afectiva, que intenta entender lo que siente. Toxic es una película sobre chicas que, demasiado pronto, empiezan a sentir el peso de sus cuerpos. Es una película muy delicada sobre crecer y sobre lo que significa una amistad verdadera.
0 comments
Dejar un comentario