L'ALTERNATIVA 2024: Satèl·lits. Mauro Herce
noviembre 18, 2024Por Sasha Ershova
El 15 de noviembre, en el marco del programa Satèl·lits del Festival L'Alternativa, Mauro Herce presentó dos películas: L’Ordre (1973) de Jean-Daniel Pollet y Highway (1999) de Sergey Dvortsevoy. Según Herce, ambas películas comparten un tema en común: el camino, la dirección y el movimiento hacia adelante.
Esta selección del festival busca, a través de un ecléctico contraste, crear una cartografía alternativa del mundo, donde un infinito camino simbólico hacia adelante conecta el pasado con el futuro. La elección de estas películas no solo es interesante por la temática compartida, sino también porque sus autores, Jean-Daniel Pollet y Sergey Dvortsevoy, integran en su trabajo múltiples facetas del proceso cinematográfico. Al igual que el propio Mauro Herce, quien a menudo asume simultáneamente los roles de director, operador de cámara, guionista y productor, ambos directores demuestran un enfoque universal y polifacético en la creación cinematográfica
L’Ordre (1973)
Jean-Daniel Pollet (1936–2004) fue un director y operador de cámara francés que inició su carrera a finales de los años 50. Pollet destacó por su singular enfoque poético en el cine, en el que se situaba entre el género documental y el artístico, con un especial interés en el tiempo, el espacio y el aislamiento humano.
La película L’Ordre narra la vida en una leprosería ubicada en la isla de Spinalonga, en Grecia, donde los pacientes fueron aislados de la sociedad a miles de kilómetros de distancia por vastas extensiones de agua. Deformados por la enfermedad y despreciados por la sociedad, se convirtieron en prisioneros de un estigma social.
La película consta de dos partes visualmente contrastantes: retratos estáticos de los pacientes y tomas en movimiento de los paisajes del Mediterráneo. Estos elementos, al oponerse entre sí, generan un contrapunto intenso que golpea el nervio expuesto del espectador. La inmovilidad torturada, a la que están confinados los cuerpos enfermos, contrasta con una cámara casi voladora en los exteriores de la leprosería. La cámara se mueve constantemente hacia adelante, intentando penetrar más y más en el encuadre: hacia el mar, hacia la playa, a través de rejas metálicas de las ventanas, y más allá de los portones oxidados que crujen al abrirse.
Los invitados de la leprosería están condenados a un aislamiento perpetuo: congelados en el tiempo y el espacio, aparecen en la cinta de 16 mm, mirándonos desde la pantalla en el centro de Barcelona y enfrentándonos directamente con su mirada:
"Mais nous, nous ne voulons pas que les gens nous haïssent ni qu'ils nous prennent en pitié. Ce dont nous avons vraiment besoin, c'est d'amour"
(«Pero nosotros no queremos que la gente nos odie ni que nos compadezca. Lo que realmente necesitamos es amor»).
Highway (1999)
Sergey Dvortsevoy (n. 1962) es un director kazajo de documentales conocido por su visión humana y delicada. Sus películas exploran temas como el viaje, la familia y la interacción entre el hombre y la naturaleza.
Highway cuenta la historia de la familia circense Tashibáyev, que recorre las vastas estepas de la tierra natal del director. Su hogar es un viejo camión UAZ-452, que se convierte, al mismo tiempo, en medio de transporte, espacio para la vida cotidiana e, incluso, en un miembro más de la familia, con un carácter fuerte.
El padre dirige el circo itinerante, los niños realizan "encantadores" números acrobáticos, y la madre cuida de los más pequeños. Las actuaciones infantiles fascinan por su ingenuidad, lo que las hace aún más atractivas: los niños forman pirámides humanas, caminan sobre vidrios rotos y se hacen pasar por yoguis. El hijo mayor sostiene una pesa mientras el padre la golpea con un martillo, y los más pequeños son elevados por el aire, agarrados de las manos.
Tras cada función, una nueva carretera y un nuevo público esperan. Entre paradas, el camión se convierte en un escenario de la vida cotidiana: los niños discuten, juegan, pelean, pero, al final del día, llega la calma, y toda la familia Tashibáyev se duerme al borde del camino, para reanudar su viaje al día siguiente.
La película captura la esencia misma del camino: su movimiento infinito hacia adelante, creando una metáfora de la vida cíclica e interminable.
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